domingo, 1 de agosto de 2010

Cóndores no se ven todos los días

Cóndores no se ven todos los días
Por: Oscar Alfonso Pabón Monroy /Comunicador Social comunitario

Grata sorpresa tuve el sábado 5 de junio último, al momento en que un grupo de viajeros desde lo alto avistaron la laguna de Chingaza. Vi cómo sus caras se iluminaron de felicidad al tener ante sus ojos, en la distancia, a aquel espejo de agua.

Pero si se extasiaron con la laguna no fue menos toda la capacidad de asombro y de observación detallada que le brindaron a cada elemento vegetal de ese ecosistema de páramo. En su mayoría ellos y ellas nunca habían ido a un lugar como este, de ahí que la contemplación a los frailejones en flor, a los musgos y líquenes, fue una dicha grande.

Y qué decir de la emoción al ver aparecer los briosos venados de cola blanca por los bosques de frailejones. Sus miradas trataban de ubicarlos entre los follajes, tarea algo difícil pues aquellos silvestres cuadrúpedos se mimetizan con facilidad.

Al momento de ingresar a la zona de reserva de ese parque nacional natural fuimos recibidos por amables funcionarios del Ministerio de Medio Ambiente, a cuyo cargo está la custodia de ese santuario de vida.

En adelante ellos fueron nuestros guías, en particular Luis Alberto Espino, quien tiene como muletilla la palabra “chihuahua”, la cual se convirtió en su nombre artístico.

A la orilla de la laguna nos explicó generalidades del parque y contestó muchas preguntas de los inquietos viajeros metenses. Luego fuimos al punto en que está el kilométrico túnel de desvío de aguas del río Guatiquía, cuyo caudal en alto porcentaje se trasvasa de la olla del Orinoco para la del Magdalena. Esto con el fin de brindarle acueducto a Bogotá y a algunos municipios de la sabana.

Ubicados en las cabañas procedimos a recibir sendas conferencias sobre el Parque Nacional Natural Chingaza, sobre una enorme maqueta, así como de la misión que tiene el Ministerio del Medio Ambiente frente a todos los parques nacionales naturales que hay en la geografía de Colombia.

Luego del desayuno al día siguiente, guiados por “Chihuahua”, emprendimos una visita eco turística por uno de los senderos. Ascendimos por un sistema lleno de diversas especies vegetales, la ruta se hizo descendente luego de cruzar la quebrada Babilonia. El cambio de topografía también nos permitió observar cambios tanto en la variedad de flora como en su cantidad, por allí es menos copiosa.

Transitábamos ese sector cuando vino la gran sorpresa. De repente alguien gritó al avistar en el firmamento al ave insignia nacional y de los Andes: el cóndor. La marcha se detuvo para contemplar semejante espectáculo de la naturaleza. Las lentes de las cámaras de video y fotográficas enfocaron al hermoso animal que por algunos minutos planeó sobre nosotros, facilitando el trabajo de los camarógrafos.

Fuimos afortunados porque cóndores no se ven todos los días y a nosotros nos correspondió esa grata oportunidad. Fue el punto máximo de nuestra inolvidable celebración del Día Mundial del Medio Ambiente, en la que además respiramos el aire puro de esas alturas y bebimos aguas diáfanas y potabilizadas por la naturaleza.

Luego del almuerzo emprendimos regreso a Villavicencio por la ruta de Fómeque, la misma por donde habíamos llegado.

La expedición al Parque Nacional Natural Chingaza fue posible gracias a la iniciativa y gestión del diputado José Luis Silva Valencia, quien contó con el apoyo de Carlos Lora, el sabio director de ese santuario compartido por Cundinamarca y Meta, de la Oficina de Parques del Ministerio del Medio Ambiente, del Instituto de Turismo del departamento y de la Asamblea metense.

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