lunes, 30 de julio de 2012

Expira un mango centenario

Expira un centenario árbol villavicense
Por: Óscar Alfonso Pabón Monroy/ Comunicador Social comunitario

Me alcanzo a imaginar el grado de tristeza que debe vivir el ambientalista Nelson Vivas Mora ante el dictamen técnico de los profesionales forestales, quienes por seguridad ciudadana recomendaron derribar uno de los mangos centenarios de la plaza de los Libertadores, árbol al que una severa enfermedad le está haciendo caer sus ramas, con el consiguiente riesgo para los transeúntes de su alrededor.

En su calidad de Secretario del Medio Ambiente de Villavicencio, Vivas Mora tuvo que trasmitir esa no grata noticia a la opinión pública. Justo le tocó a él, quien quizá es el mayor defensor público del entorno ambiental de la región.

En la historia local villavicense estos árboles, por su antigüedad, se convierten en los mayores símbolos vegetales de la zona céntrica de Villavicencio. La plantación de varios ejemplares de esta especie en dos de los costados del parque, al parecer ocurrió hacia comienzos de la segunda parte de la centuria de 1800.

Significa ello que cada uno de éstos corpulentos seres vegetales ha vivido en tres siglos, es decir parte del XIX, todo el XX y lo que ha corrido del XXI, de ahí su gran valor histórico y patrimonial. Me atrevo a decir que sus edades son próximas a 140 años de vida.

Alguna fuente dijo que fueron plantados por un pariente del poeta Eduardo Carranza que aquí ocupó en cargo de Corregidor. Recuerdo que una de sus últimas visitas a Villavicencio María Mercedes Carranza, poetisa hija del maestro Eduardo, se regocijó bajo el follaje de los centenarios mangos.

Ante el dictamen técnico sobre el agónico mango debo decir que con resignación debemos acatarlo, acción contraria a la del año 2003 cuando el afán urbanista que convirtió el parque en plaza, de manera caprichosa pretendió derribar éste y otros árboles, hecho que fue impedido por acción ciudadana.

Como el título de la obra de literatura contemporánea “Los árboles mueren de pie”, escrita por el español Alejandro Casona, así le está pasando a los mangos, al samán y a los demás árboles de la ahora Plaza de los Libertadores de Villavicencio.

jueves, 26 de julio de 2012

XII Simposio de Historia de los LLanos

XII Simposio de Historia de los Llanos colombo venezolanos

Por Oscar Alfonso Pabón Monroy/Comunicador Social comunitario

En la noche de hoy jueves 26 de julio se instala la XII edición del Simposio Internacional de Historia de los Llanos Colombo Venezolanos, evento que girará en torno al tema "Memoria histórica de los conflictos socioeconómicos de la región del Orinoco 1950- 2012".

Serán ponentes reconocidos investigadores de estos asuntos de Colombia y de la hermana república Bolivariana de Venezuela.

Tanto la capital metense como el Hotel del Llano de nuevo serán sede de este encuentro de historiadores, puesto que en octubre de 1988 igual lo fueron en la primera edición del simposio. Luego cada dos años ha recorrido entre otras ciudades por Yopal, San Fernando de Apure, San Martín, Arauca, V/cio, Barinas, Tame y Támara anterior anfitriona.

Quiere decir que ya han trascurrido 24 años desde ese momento ocurrido en la capital del Meta, el que entonces se cumplió bajo el eslogan "Los Llanos una historia sin fronteras", el cual ahora se ha retomado. También es el dr Alberto Baquero, presidente de la Academia de Historia del Meta, el mismo director general como en 1988.

Las jornadas de inauguración y académicas se cumplirán en el Hotel del Llano y la entrada es abierta al público amante de la historia regional.

La realización de este evento es posible gracias al apoyo de la Gobernación del Meta, el PNUD, Cordepaz, Unidad Administrativa Consolidación Territorial, Batuta Meta, Siete días, Congente, Hotel del LLano, Politécnico Agroindustrial y la Unillanos.

Villavicencio, 2012

martes, 24 de julio de 2012

Elecciones en la Cámara de Comercio de Villavicencio

A propósito de las elecciones de la Cámara de Comercio de Villavicencio

Por: Oscar Alfonso Pabón Monroy/ Comunicador Social comunitario

Si no ocurre alguna otra medida, este último jueves de julio se cumplirán las elecciones de los integrantes de la junta directiva de la Cámara de Comercio de Villavicencio.

Con el aplazamiento de los comicios de junio, obligado de forma intempestiva por la Superintendencia de Industria y Comercio, hubo desgaste de energías por parte de los funcionarios de la entidad encargados de la compleja logística de la jornada, del mismo modo hubo agotamiento de todo tipo de esfuerzos realizados por las decenas de aspirantes a ganar la dignidad de ser directivos de la entidad gremial.

Las presuntas e investigadas irregularidades del proceso electoral 2012, que en su momento generaron escándalos con amplia divulgación ante la opinión pública, me llevan a recordar unos 22 años atrás, cuando fui funcionario de la Cámara de Comercio de Villavicencio.

En aquellos tiempos para las elecciones por lo general solo se inscribían dos listas y el día de las votaciones había que ir a sus establecimientos a rogarles a los comerciantes para que se acercaran a las oficinas de la entidad a sufragar.

Con base en ello se entiende por qué las juntas directivas en consecutivos periodos estuvieron integradas por las mismas personas, quienes le dieron la solidez que hoy le ha permitido afrontar toda suerte de embates; así mismo, proyectaron trabajo que a la institución mercantil le generó confianza y cifrado reconocimiento ciudadano.

En mi segunda vinculación laboral a la entidad, igual recuerdo las amplificadas consignas ventijulieras de algunos comerciantes interesados en ingresar a la junta directiva, quienes enarbolaron la campaña para reemplazar a los repitentes directivos.

Sin imaginárselo, con sus ímpetus de cambio aquellas personas abrieron la compuerta para que de unos doce añas hacia acá en cada elección lleguen las desaforadas y millonarias campañas electorales.

Cómo he recordado a aquellos dichosos propiciadores del cambio en estos tiempos de vergonzosos escándalos, que lo único que han logrado es lesionar el buen nombre institucional.

Hay que decir que la suspensión de las elecciones previstas para el pasado 6 de junio, ocurrió justo al mes de que la Cámara de Comercio de Villavicencio cumplió sus Bodas de Oro.

Villavicencio, 23 de julio de 2012

jueves, 12 de julio de 2012

Resistencia pacífica indígena: dos ejemplos recientes

Resistencia pacífica indígena: dos ejemplos recientes

Por: Oscar Alfonso Pabón Monroy/ Comunicador Social comunitario

La reciente noticia generada por los indígenas Nasa de Toribío, Cauca, que desalojaron de sus territorios a guerrilleros de las FARC, en ejemplar acto de resistencia pacífica, me hizo recordar que años atrás en tierras del Meta algo parecido ocurrió pero con un antagónico grupo armado ilegal.

La desconocida historia se la escuché a “Majalu” en recinto bogotano una tarde de enero de 2011. Ella es de la etnia Sikuani. En su detallada exposición sobre el atropello que la raza indígena ha soportado desde tiempos de la Conquista hasta ahora, relató cómo una comunidad de su familia aborigen en Puerto Gaitán resistió pacíficamente dos incursiones de grupos paramilitares.

La primera vez, ante la llegada de los temidos forasteros y acatando instrucciones de su capitán hablaron solo en lengua nativa, bloqueando así a los vis a itantes quienes ofuscados se retiraron del lugar no sin antes, con tono amenazante, anunciarles una nueva intimidante visita.

Entonces los sikuani de nuevo obedecieron las instrucciones de su gobernante, quien les indicó que por esos días y mientras ocurría la no grata visita anunciada solo debían tomar agua del sitio que él les indicara, pues rezaría los demás manantiales vecinos de los que también se surtían los armados personajes, dicho conjuro causaría incómodos malestares digestivos a quien bebiera en los sitios rezados.

Cuando “Majalu” (que en su lengua ancestral significa: guacamaya), narraba esos últimos detalles, un paramilitar acogido a la ley de Justicia y Paz, quien operó en la región y que estaba presente en el recinto bogotano, con su cabeza afirmó el asunto relacionado con los males estomacales, que los hicieron renunciar a sus no buenas intenciones en aquella comunidad.

Con lo ocurrido esta semana en Toribío, Cauca y la contada historia local de Puerto Gaitán, Meta, queda demostrado que para hacer respetar sus territorios nuestros pueblos aborígenes dan ejemplo de civilidad recurriendo a la defensa pacífica, sencillamente los Nasa armados con sus tradicionales bastones y los Sikuani haciendo uso de su lengua nativa y de sus milenarios rezos.

lunes, 9 de julio de 2012

Sentados en el tesoro y buscándolo en otro sitio Por: Oscar Alfonso Pabón Monroy /Comunicador Social comunitario Unas dos décadas atrás cumpliendo labor de orden cultural cada semana yo visitaba el pequeño caserío de Cacayal, jurisdicción del municipio de Lejanías. Para entonces, conocer el origen de su nada común nombre no fue de mi importancia. Pero la respuesta a mi nunca formulada pregunta no hace mucho la dijo por radio el agrónomo Eudoro Álvarez C., cuando explicó que ese pueblo se llama Cacayal debido a la abundancia de una especie vegetal llamada Cacay, que ofrece bondades industriales y ambientales. Las dos anécdotas que contaré a continuación ocurrieron de manera casual en los últimos 15 días y dieron origen a la presente nota periodística. En las vísperas de San Juan y de paso con la familia Vargas Carrillo para el casco urbano de Lejanías, nos detuvimos un rato en Cacayal en donde conversé con el señor Jorge Castaño, hijo de uno de los fundadores de ese asentamiento humano y quizá el único habitante de la región que en los tiempos presentes sabe de la relativa importancia económica del árbol de Cacay, quien me contó que: “…. su fruto da un aceite comestible muy bueno, el más fino del mundo. Cerca del pueblo, en su finca por herencia paterna tiene un cultivo de 200 árboles que lo explota vendiendo semillas. Los árboles alcanzan hasta 40 metros de altura y producen a los 25 años, pero él sabe que con tecnología ahora se logra que produzcan a los 7 años. La cosecha es anual con un promedio de 20 a 25 arrobas por árbol, con precio de venta por kilo que oscila entre $1.000 y $1.500. Dice que en el barrio Ciudad Porfía de Villavicencio hay una planta procesadora de aceite de Cacay. Él es el único que hace dicho ejercicio comercial en su pueblo”. Hasta el momento, con la exportación de semillas de su plantación Jorge Castaño ha ayudado a propagar ampliamente la especie en los siguientes territorios: “Vichada 30.000 hectáreas, Puerto Concordia: 15.000 hectáreas, Puerto Gaitán, Puerto Rico: 25.000 hectáreas, aproximadamente, y hace pocos meses para un vivero de Villavicencio a través de un señor de apellido Castillo”. El domingo 8 de julio, sorpresa grande tuve cuando leí en el periódico El Espectador el artículo “La vaca vegetal busca mercado” (páginas 24/25), que informa sobre la experiencia de emprendimiento empresarial de los ingenieros industriales Camilo y Alberto Jaramillo, gemelos oriundos de Manizales y expertos en Mercadeo. Ellos comenzaron en el año 2006 con la fase investigativa de la especie vegetal Cacay y luego dieron inicio al procesamiento industrial de su almendra, para lo cual vienen comprando las cosechas de Meta, Guaviare, Caquetá y Putumayo. Su joven empresa se llama Kahai y tienen una plantación en Villavicencio. Poco hace que en Nueva York presentaron su portafolio de productos derivados de la semilla del Cacay producida por estos lares, en una macro rueda de negocios convocada por Proexport. El trabajo industrial y empresarial de los hermanos caldenses a partir de un “ignorado” producto vegetal nativo de la región nuestra, los convierte en pioneros en Colombia. En internet se consigue más información sobre la marca Kahai y el cultivo del Cacay. Ante estas novedades, entré en contacto con la Bióloga Luzmila Quiñones M., versada científica de la flora regional y hasta hace poco profesora de la Unillanos, quien me aportó los siguientes datos: El Cacay también es conocido con los nombres de Inchi o Tacay y su nombre científico es Caryodendron orinocense, especie descrita por primera vez por Karst. Alguna vez los estudiantes del programa de Agronomía de la Unillanos escogieron a dicho árbol como su símbolo, pero el empeño fue efímero. También me cuenta que en la sede Barcelona de esa institución hay algunos ejemplares plantados hace años. Con base en lo anterior, no comprendo por qué en el departamento del Meta sus profesionales, sus universidades, la empresa privada, las secretarías de Agricultura, Corpoica, el Sena y los demás entes comprometidos con la investigación y el emprendimiento agroindustrial de la juventud técnica y universitaria, no muestran resultados de innovación y de generación de economía a partir de la riqueza vegetal nativa de nuestro territorio, tal como lo hacen los caldenses dueños de la ya referida empresa Kahai. Conozco el programa Ondas Meta de Colciencias, que es visto con desdén por algunos investigadores y gobernantes, en el cual he observado asombrosos ejercicios de investigación e innovación, realizados por estudiantes de primaria y bachillerato urbanos y rurales. Algunos de dichos trabajos han merecido distinciones nacionales, que les dan el derecho de ir a sustentarlos en otros países. La verdad es que noticias de esa índole no las he sabido desde el campo universitario, a pesar que tenemos un buen número de centros de educación superior con años de vida académica. Para concluir y volviendo al caso de lo que está sucediendo agroindustrialmente con el Cacay, puedo decir que en el Meta perfectamente nos encajamos en el refrán popular que reza: “Vamos a morir como el pirata: sentados en el tesoro y buscándolo en otra parte”.

Sentados sobre el tesoro y buscándolo en otro sitio

Sentados en el tesoro y buscándolo en otro sitio Por: Oscar Alfonso Pabón Monroy /Comunicador Social comunitario Unas dos décadas atrás cumpliendo labor de orden cultural cada semana yo visitaba el pequeño caserío de Cacayal, jurisdicción del municipio de Lejanías. Para entonces, conocer el origen de su nada común nombre no fue de mi importancia. Pero la respuesta a mi nunca formulada pregunta no hace mucho la dijo por radio el agrónomo Eudoro Álvarez C., cuando explicó que ese pueblo se llama Cacayal debido a la abundancia de una especie vegetal llamada Cacay, que ofrece bondades industriales y ambientales. Las dos anécdotas que contaré a continuación ocurrieron de manera casual en los últimos 15 días y dieron origen a la presente nota periodística. En las vísperas de San Juan y de paso con la familia Vargas Carrillo para el casco urbano de Lejanías, nos detuvimos un rato en Cacayal en donde conversé con el señor Jorge Castaño, hijo de uno de los fundadores de ese asentamiento humano y quizá el único habitante de la región que en los tiempos presentes sabe de la relativa importancia económica del árbol de Cacay, quien me contó que: “…. su fruto da un aceite comestible muy bueno, el más fino del mundo. Cerca del pueblo, en su finca por herencia paterna tiene un cultivo de 200 árboles que lo explota vendiendo semillas. Los árboles alcanzan hasta 40 metros de altura y producen a los 25 años, pero él sabe que con tecnología ahora se logra que produzcan a los 7 años. La cosecha es anual con un promedio de 20 a 25 arrobas por árbol, con precio de venta por kilo que oscila entre $1.000 y $1.500. Dice que en el barrio Ciudad Porfía de Villavicencio hay una planta procesadora de aceite de Cacay. Él es el único que hace dicho ejercicio comercial en su pueblo”. Hasta el momento, con la exportación de semillas de su plantación Jorge Castaño ha ayudado a propagar ampliamente la especie en los siguientes territorios: “Vichada 30.000 hectáreas, Puerto Concordia: 15.000 hectáreas, Puerto Gaitán, Puerto Rico: 25.000 hectáreas, aproximadamente, y hace pocos meses para un vivero de Villavicencio a través de un señor de apellido Castillo”. El domingo 8 de julio, sorpresa grande tuve cuando leí en el periódico El Espectador el artículo “La vaca vegetal busca mercado” (páginas 24/25), que informa sobre la experiencia de emprendimiento empresarial de los ingenieros industriales Camilo y Alberto Jaramillo, gemelos oriundos de Manizales y expertos en Mercadeo. Ellos comenzaron en el año 2006 con la fase investigativa de la especie vegetal Cacay y luego dieron inicio al procesamiento industrial de su almendra, para lo cual vienen comprando las cosechas de Meta, Guaviare, Caquetá y Putumayo. Su joven empresa se llama Kahai y tienen una plantación en Villavicencio. Poco hace que en Nueva York presentaron su portafolio de productos derivados de la semilla del Cacay producida por estos lares, en una macro rueda de negocios convocada por Proexport. El trabajo industrial y empresarial de los hermanos caldenses a partir de un “ignorado” producto vegetal nativo de la región nuestra, los convierte en pioneros en Colombia. En internet se consigue más información sobre la marca Kahai y el cultivo del Cacay. Ante estas novedades, entré en contacto con la Bióloga Luzmila Quiñones M., versada científica de la flora regional y hasta hace poco profesora de la Unillanos, quien me aportó los siguientes datos: El Cacay también es conocido con los nombres de Inchi o Tacay y su nombre científico es Caryodendron orinocense, especie descrita por primera vez por Karst. Alguna vez los estudiantes del programa de Agronomía de la Unillanos escogieron a dicho árbol como su símbolo, pero el empeño fue efímero. También me cuenta que en la sede Barcelona de esa institución hay algunos ejemplares plantados hace años. Con base en lo anterior, no comprendo por qué en el departamento del Meta sus profesionales, sus universidades, la empresa privada, las secretarías de Agricultura, Corpoica, el Sena y los demás entes comprometidos con la investigación y el emprendimiento agroindustrial de la juventud técnica y universitaria, no muestran resultados de innovación y de generación de economía a partir de la riqueza vegetal nativa de nuestro territorio, tal como lo hacen los caldenses dueños de la ya referida empresa Kahai. Conozco el programa Ondas Meta de Colciencias, que es visto con desdén por algunos investigadores y gobernantes, en el cual he observado asombrosos ejercicios de investigación e innovación, realizados por estudiantes de primaria y bachillerato urbanos y rurales. Algunos de dichos trabajos han merecido distinciones nacionales, que les dan el derecho de ir a sustentarlos en otros países. La verdad es que noticias de esa índole no las he sabido desde el campo universitario, a pesar que tenemos un buen número de centros de educación superior con años de vida académica. Para concluir y volviendo al caso de lo que está sucediendo agroindustrialmente con el Cacay, puedo decir que en el Meta perfectamente nos encajamos en el refrán popular que reza: “Vamos a morir como el pirata: sentados en el tesoro y buscándolo en otra parte”.

jueves, 5 de julio de 2012

Villavicencio: sus humedales y su Jardín Botánico de Plantas Medicinales

Villavicencio: sus humedales y su Jardín Botánico de Plantas Medicinales
Por: Oscar Alfonso Pabón Monroy/ Comunicador Social comunitario

Privatizar los humedales:
La reciente divulgación de la idea de Nelson Vivas Mora, Secretario municipal del Medio Ambiente, de entregar a particulares el cuidado de los escasos humedales que le quedan a Villavicencio logró generar algunas reacciones entre la opinión pública.

Curiosamente los comentarios giraron más sobre la osada propuesta de “privatización” de dichos ecosistemas locales, mientras que la alarmante cifra que el funcionario dio sobre la extinción -en los últimos años- de humedales del municipio, todos por acción antrópica, esa si no provocó alarma mayor.

El periódico Tierra Mágica guarda buena parte de la memoria sobre las repetitivas denuncias por los atentados a los que han estado sometidos los humedales o “chucuas” ubicados en la zona urbana villavicense, afrentas en muchas veces cometidas con el visto bueno de las autoridades ambientales y de planeación del municipio.

De esa manera, recuerdo la publicación de la foto del aviso que había a la entrada de la Universidad Cooperativa, sobre un fragmento del humedal del sector, cuyo texto me parece decía: “Se reciben escombros de obra”. Esta denuncia hizo quitar de inmediato la valla, pero la estocada final se dio por parte de la directiva universitaria, pues al poco tiempo a dicho cordón acuífero lo rellenaron con balastro y quedó convertido en zona de parqueo automotor de la entidad.

A raíz de ese sacrilegio ambiental en aquella oportunidad en este espacio escribí: “La afrenta ecológica de la Universidad Cooperativa ocurre mientras instituciones de investigación y recreación de otras partes del mundo tienen que construir paisajes para sentirse en ambientes naturales. Resulta pésima la enseñanza del centro de educación superior de Villavicencio a sus cientos de estudiantes. El silencio de las autoridades ambientales frente a este asunto también llama la atención”.
Hoy día en la vecindad del mismo sistema del humedal Kirpas otra universidad, la Santo Tomás, con permisos en regla construye su sede Aguas Claras, nombre de un antiguo y popular bañadero natural de la muchachada villavicense.
Debido al total desamparo que Cormacarena le ha dado a los humedales villavicenses, resulta muy válida la idea lanzada por Nelson Vivas Mora.

Olvidado el Jardín Botánico de Plantas Medicinales:
Llegó la mitad de año 2012 y la acción del gobierno municipal no ha alcanzado al Jardín Botánico de Plantas Medicinales de Villavicencio, ubicado en una finca de su propiedad en la región de Buenavista.

Me dicen quienes en días recientes han visitado este perfecto laboratorio natural –único en la región-, que presenta abandono administrativo; por ello, desde este espacio de manera comedida le solicito al señor alcalde que dé instrucciones a sus funcionarios de la dependencia encargada del Jardín para que pronto se le brinde el mantenimiento que con urgencia está requiriendo. Con esa gestión su gobierno evitará caer en detrimento presupuestal, y la obra no correrá la hoy ingrata suerte del efímero y emblemático parque de Los Fundadores.

Así mismo, es conveniente reactivar los nexos con la Fundación El Mastranto, entidad sin ánimo de lucro que por acuerdo de palabra oral con el anterior gobierno municipal tuvo a su cargo la eficaz atención de ese sitio de interés público, inaugurado apenas en el año 2011.

Hay que decir que en el corto tiempo de haber sido puesto al servicio el Jardín Botánico de Plantas Medicinales de la capital metense, alcanzó a cautivar significativas corrientes turísticas interesadas en asuntos ambientales y agroecológicos.