martes, 3 de agosto de 2010

¡Urgente: hay que reforestar con sarrapia!

¡Urgente: hay que reforestar con sarrapia!
Por: Oscar Alfonso Pabón Monroy (*)

Hace ya algún tiempo en este espacio referí algo sobre una especie vegetal antes muy conocida en la región, la que ahora es totalmente ignorada.

Se trata de la sarrapia. Recuerdo que por esta época del año la muchachada villavicense aprovechaba sus lúdicos paseos bañándose en los pozos de frescas aguas del caño Buque en su cuenca alta y recogiendo la comestible cosecha del citado árbol, presente en ese sector del municipio.

El fruto de la sarrapia tiene parecido en forma y tamaño a la curuba y en su interior al mango, con pulpa azucarada adherida a las vellosidades de la dura corteza que contiene una almendra.

Diphysa Punctata es el nombre científico de la sarrapia, propia de la región orinoquense y amazónica colombo venezolana. La propagación de esta especie es por semilla. En su estado adulto alcanza alturas entre 8 y 30 metros. Su porte es muy parecido al del mango.

En tiempos del apogeo comercial por los ríos Meta y Orinoco, el Océano Atlántico y Europa, la almendra de la sarrapia fue producto de exportación para fines industriales en los campos de la medicina y la perfumería.

Las copiosas cosechas se recogían en los bosques nativos y se embarcaban desde los principales puertos sobre los ríos Arauca y del Meta como Cabuyaro y Orocué. Debo aclarar que lo pertinente a los productos agrícolas cosechados en las vecindades de Villavicencio se llevaban a lomo de mula hasta Puerto Barrigón (hoy sector de Puerto Porfía) sobre el río Humea, afluente del Meta.

En la década final de la centuria de 1800 el Ingeniero Civil Jorge Brisson, francés, por encargo oficial del gobierno de Colombia practicó una recorrido por Casanare.

Este trabajo dio origen al libro “Casanare”. En una de sus páginas así cuenta sobre el cultivo de sarrapia en el hato Mata de Palma, igual de los usos que el hombre le da a su fruto:

“Las plantaciones son de sarrapia entremezcladas con café y cacao; la sombra la dan los plátanos primero, y luego las sarrapias cuando han adquirido suficiente desarrollo. El palo de sarrapia produce a los cinco años; la cosecha es casi perenne, pero da mayormente en los meses de febrero, marzo y abril. Vale la libra de sarrapia en Ciudad Bolívar de quince a veinte reales.

Esta almendra, es conocida en Europa con el nombre de Haba del Tonkin o Tunca, además de ser muy empleada para la fabricación de perfumes y de licores, la desinfección de ciertos medicamentos como el yodoformo, ect., produce la sal de cumarú o cumarina que sirve como principio activo en la composición de varios medicamentos cordiales y tónicos”

Pero además del fruto la madera del sarrapio por su dureza también ofrece bondades con variados usos. Su frondoso follaje le da posibilidades ornamentales.

Los anteriores motivos me dan la razón para pedirles a los gobiernos departamentales y municipales, así como a la academia del territorio orinoquense colombiano, para que implementen programas de reforestación con sarrapia.

En las cacareadas políticas de sustitución de cultivos ilícitos debe incluirse esta especie silvestre de tanta significación para la etnobotánica, usos que pueden inspirar nuevas investigaciones científicas.

Así mismo, nada mejor en estos tiempos de recalentamiento solar que la siembra de árboles de sarrapia en los parques y otros espacios públicos de pueblos y ciudades.

Bajo sus generosos follajes la gente podrá guarecerse de los rayos del sol.
Las tierras de la Orinoquia colombiana deben volver a poblarse con bosques de sarrapia y a gozar de su particular aroma.

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