jueves, 16 de junio de 2011

Villavicencio, acercamiento a sus raíces artísticas y culturales

Villavicencio
Acercamiento a sus raíces artísticas y culturales

Por: Oscar Alfonso Pabón Monroy /Comunicador Social comunitario

Algunas generalidades del poblado:

De conocimiento general es la historia del proceso de formación sociológica de Gramalote, nombre original de Villavicencio, cuyos primeros habitantes tuvieron sus cunas en pueblos del Oriente de Cundinamarca.

Así mismo, de la presencia periódica de gentes llegadas de regiones llaneras por causas del mercado ganadero que tuvo a la hoy capital del departamento del Meta como principal plaza comercial.

Bueno es recordar que esta economía se afianzó en la jurisdicción desde 1740, con la fundación de la Hacienda de Apiay por cuenta de los sacerdotes jesuitas.

Hasta ahora la más antigua imagen panorámica conocida que deja apreciar la composición urbanística del Villavicencio de las décadas finales de 1800, corresponde a un grabado de Riou, súbito francés que jamás estuvo por acá pero que supo captar las descripciones que del poblado le hizo su paisano amigo Edwar André.

El señor André fue un sabio expedicionario naturalista que en misión de su país y aconsejado por Santiago Pérez Manosalba, presidente de Colombia en el período 1874- 1876, vino a recoger especies de flora y fauna a comienzos del último año de mandato de Pérez.

Viejos apuntes sobre el pueblerino sentir musical:

Con base en las anotaciones dejadas por algunos acuciosos visitantes, como André, que por la jurisdicción estuvieron en la segunda mitad del siglo XIX, se puede afirmar que
en el pequeño villorrio quizá la manifestación artística que primero afloró entre sus habitantes fue la musical.

Los siguientes son algunos de los apuntes consignados por viajeros, que dejan entender en aquellos años la presencia del folclor llanero en el caserío y su vecindario:

“Se principió por el galerón el más popular de los bailes llaneros, tocado, al son de tiple, bandolas i maracas, y cantado con versos compuestos por vates populares de estas inmensas llanuras” (1)

“El instrumento empleado para hacer el cantábil tiene forma de una guitarra pequeña y se llama bandolón, y la vihuela le sirve de acompañamiento. Uno de los cantadores modulaba la estrofa, bien del guarapo, bien del galerón, y el coro repetía la tonada acelerada el ritmo del acompañamiento” (2).
La sensibilización en torno a músicas religiosas y universales se dio en la localidad gracias a la presencia sacerdotal y de empíricos intérpretes locales de instrumentos de cuerdas, ello es posible deducirlo en el siguiente texto que describe la celebración de la Noche Buena del año 1883 en el templo, convertido en recinto cultural:

“…Las mujeres acurrucadas en el suelo de tierra. Un armonio, en el que no era inconveniente interpretar hasta música bailable, elevaba con sus sones el ambiente de la fiesta. Hasta algunos tocadores de guitarra y tiple, muy buenos en su arte, hacían sonar en la iglesia tonadas populares para exaltación y gloria de la Noche Santa.
Era en su conjunto una bella fiesta popular, llena de naturalidad y de cordial alegría, en la que todos participaban (3)”.

En los años 1900:

Con la llegada de la misión montfortiana (en 1904) y en especial de algunos de sus sacerdotes europeos, la vida artística y cultural de Villavicencio tomó encausados rumbos, esta presencia generó algo así como una época de oro en la comarca.

Así, la primera agrupación musical de enseñanza no formal fue la banda Santa Cecilia. De esta agrupación villavicense dijo Monseñor Bruls:

“La fundó el padre Capdeville, con los empleados de la casa cural. Después la amplió el padre Mauricio; no porque él tuviera dotes musicales, pues no tenía ni voz ni oído, sino porque se daba cuenta de que la Banda servía para el desarrollo cultural de los muchachos y de la ciudad (4).”

Este testimonio deja saber la visión y la energía que el gestor cultural de sotana y acento francés vino a imprimir en estos lares. El misionero se llamó Mauricio Diéres Monplaisir, quien con su liderazgo trajo avance social a los parroquianos villavicenses.

De su cosecha están también las siguientes dos obras: periódico Eco de Oriente fundado en 1913, al comienzo un tanto artesanal en su duplicación. No fue el pionero pero si el primero en haberse producido totalmente en la localidad, antes hubo otros pero los imprimían en Bogotá.

El positivo impacto del proyecto comunicativo Eco de Oriente obligó pronto la llegada al pueblo de la primera máquina imprenta, 1916, mucho antes de que hubiera carretera con Bogotá. Sus ediciones trascendieron por años a través de tres etapas periodísticas.

La llegada a Villavicencio del novedoso invento del cine, aproximadamente en 1913, ocurrió relativamente muy pronto desde el momento en que los hermanos Lumiere lo estrenaron en París en diciembre de 1895.

De alguna manera el padre Mauricio logró traer de Europa un proyector y los parroquianos, acomodados en un teatro al que bautizó Verdún, vieron en un telón imágenes en movimiento. Eran películas mudas y en blanco y negro.
Gracias al sacerdote francés, la vida cultural villavicense en las tres primeras décadas del siglo XX transcurrió entre retretas de la banda Santa Cecilia, lecturas del Eco de Oriente y funciones cinematográficas en el teatro Verdún.

Los años cuarenta y cincuenta:

Con motivo del centenario de la capital intendencial, en diciembre de 1942 ocurrieron actos cívicos, políticos y culturales. Bajo el samán del parque de Los Libertadores se eligió a Magola Burgos como reina de dicho aniversario y en su honor esa noche el poeta de Apiay Eduardo Carranza Fernández ofreció un poema. Quizá es de las pocas veces que el bardo villavicense leyó obra suya en su Patria Chica.

Por su parte, la actividad musical continuó con la Banda Santa Cecilia y el surgimiento de músicos empíricos que cumplieron la labor de amenizadores de fiestas y serenateros.

En esta década fue famosa, quizá por ser única, la agrupación conformada por José Antonio Riveros Pardo, Mesías Bobadilla, Lisímaco Reina, Germán Gutiérrez, le “manco” Machado, Marco Tulio Torres, Rubén Baquero, ciego, y Varonio Rojas (5).

Ellos interpretaron valses, bambucos y joropos con guitarra, tiple, requinto, trompeta y clarinete. Los dos últimos citados eran compositor y constructor de requintos. De su trabajo musical dio fe la norteamericana Nancy Bell Bates en un libro que escribió en su país. (6)

La construcción del moderno y técnico teatro Cóndor privilegió a los villavicenses, pues además de la proyección de cine, de manera principal mejicano, por su escenario desfilaron artistas de talla nacional e internacional. Frecuentes fueron recitales literarios, conciertos y otros espectáculos artísticos.

Durante el trascurso de la segunda parte de los cincuenta emergió un grupo conformado por los hermanos Rey Roa, que ejecutó música llanera. Con el correr del tiempo sobresalieron Luis Ariel cantante y arpista, y Gil Arialdo en la composición (7).

Sin precisar el año, en el final de la mitad del siglo ya el pueblo contaba con una biblioteca municipal Antonio Villavicencio.

Aquellos años sesenta:

El primer año de aquella década vio en el colectivo villavicense su sentir orgulloso y arraigo a la tierra metense. Esta emotividad la provocó la elevación, a partir del 1 de julio, del Meta a la categoría de departamento y de Villavicencio a capital departamental.

La nueva vida política administrativa trajo consigo nuevas dinámicas culturales. Así, en 1962 la Asamblea aprobó la creación de la Academia de Música que tuvo como director al Maestro Miguel Ángel Martín.
Ese centro cultural pronto aglutinó “estudiantes, empleados y obreros, asistiendo a las clases de solfeo y a la vez aprendiendo a tocar piano, violín, tiple, bandola, guitarra y requinto” (8).

Grato resultó para Monseñor Gregorio Garavito la apertura de esta academia artística, pues desde años atrás él venía formando voces corales en varias cohortes. Para entonces el maestro Pedro Ladino había alcanzado la dirección de la Banda departamental, en la que cumplió su proceso de formación.

En adelante Villavicencio comenzó a florecer en su vida artística y cultural. Por acción oficial y de la sociedad civil, surgieron entre otros los siguientes proyectos de alto impacto local y nacional, sobre los que indudablemente se afianzó la dinámica que hoy se vive en la capital metense:

Academia folclórica departamental
Festival Nacional de la Canción Colombiana
Torneo Internacional del Joropo
Casa de la Cultura Jorge Eliécer Gaitán
Asociación de Artistas Llaneros, ASALL, reunió a los gestores de artes plásticas



Citas:
1 Correría de Bogotá al Territorio de San Martín. Imprenta Gaitán, Bogotá 1875, p. 17
2 André Eduar: Geografía pintoresca de Colombia, Litografía Arco, 1980, p. 591
3- Rothlisberger, Ernest: El Dorado: capítulo 8: Los Llanos, Banco de la República, Bogotá, 1963, p. 250
4- Bruls Francisco José: Memorias de la Misión Montfortiana en los Llanos Orientales, 1904-1973. Villavicencio, p 51
5-Pabón Monroy Oscar A.: El joropo en Villavicencio: momentos y pioneros. Editorial Juan XXIII, 2009, p. 12, 13.
6- Ibid, p.13
7- Ibid, p.13
8- Godoy L. H.: Monografía de Villavicencio. Talleres Gráficos Labor, Bogotá, 1963, p.45

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