jueves, 13 de enero de 2011

Todo por amor

Todo por amor
Por: Oscar Alfonso Pabón Monroy (*)

Contaré hoy una trilogía de hechos que si no fuera porque los he escuchado relatar por sus actores y testigos, no les daría credibilidad alguna pues resultan macondianos.

Su tema es el amor y ocurrieron en tierras metenses. Pienso que pueden servir de inspiración a Silvia Aponte, Edmundo Díaz, Carlos Pachón y Nayib Camacho, literatos amigos.

Unos siete lustros atrás cumplí el trabajo de censar población rural en sector límite con Cundinamarca, por la vía a Bogotá.

Cierto día llegué a una vivienda y al preguntarle a la mujer que con algunos niños allí estaba si más personas residían en esa casa, me dijo que otras dos: su marido quien en el día se iba para la montaña a aserrar madera con una compañera que le cocinaba. La tarea de quien me atendió era la de cuidar sus hijos y los de la otra mujer, cuyo padre común era el aserrador.

Los demás hechos los supe hace poco. Al entrevistar a un enamoradizo pensionado de Obras Públicas, me dijo que en los años ochenta en un viaje a Puerto Gaitán llevó a su hijo de brazos, habido por fuera del matrimonio, y que en una tienda de la ruta paró para mostrarle el bebé a una noviecita diciéndole que viera la pinta que él sacaba.

El subliminal mensaje hizo que ella le dijera al papá que quería tener un hijo con el pretendiente o caso contrario se le lanzaba a un carro en la carretera. Ante esa amenaza el padre le dijo: ¡hija, usted para qué se va a suicidar tan joven!

El teatro del último caso fue un pueblo del Alto Ariari. Allí el arpista del colegio conquistó a una chica que tenía amores con otro estudiante del plantel. El derrocado novio para vengarse de tajo de su rival músico, sencillamente optó por prenderle fuego al aula de instrumentos llaneros del colegio.

(*) osalpamo09@hotmail.com

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