sábado, 10 de marzo de 2012

De mata satanizada a planta de jardín

De mata satanizada a planta de jardín
Por: Oscar Alfonso Pabón Monroy/ Comunicador Social comunitario

Por culpa del mal uso que el hombre la ha dado a la especie vegetal a la cual más adelante me referiré, ella carga con un estigma que la condena ante la sociedad, hasta el punto que en campaña publicitaria del anterior gobierno nacional una voz infantil le decía “la mata que mata”.

Hay que recomendar que a ninguna planta botánica deba dársele ese apelativo, ni el de “planta ilícita”, lo correcto sí es la denominación “planta de uso ilícito”. Con base en lo anterior, en nuestro medio bajo tal connotación están: la marihuana, la coca, la amapola y el borrachero, ésta última muy común y silvestre en potreros.

La especie a la que a continuación me refiero es la mundialmente conocida coca, cuyo nombre científico o latino es Erythoroxylum coca, propia de sectores de los Andes más no de nuestra región.

Mucho antes de que se le catalogara como maligna, las hojas de coca, empacadas en pequeñas bolsas, formaban parte de los medicamentos que expendían las boticas o droguerías de nuestros pueblos y ciudades, al menos así lo recuerdo yo en Villavicencio. Nuestra etnobotánica popular recomendaba utilizarla para mitigar dolores, tomándola en infusión.

Un hecho que sí es verdad es que la bonanza del narcotráfico introdujo de manera desaforada esta especie vegetal a algunos territorios de la Orinoquia, ilícita economía que de paso también y de forma paradójica con el procesamiento de la hoja montó y desarrolló cientos de complejas industrias en medio de la selva.

Bajo la metodología de la observación desde hace unos años he venido detallando que por más que a nivel mundial hayan satanizado a la coca, en centros urbanos como Villavicencio es normal ver frondosas matas dentro de los jardines exteriores de las viviendas, las que además de ornar en ocasiones son deshojadas por transeúntes que la conocen y saben de sus poderes medicinales.

Esto ocurre en diferentes barrios de la ciudad, y llama más mi atención que en la zona verde de una concurrida entidad estatal, sobre céntrica avenida, hay una matica que a la que con frecuencia los usuarios de dicha dependencia la dejan totalmente sin hojas, situación que no le ha permitido crecer.

Con esta lectura de ciudad quiero decir que poco a poco sus habitantes han ido introduciendo la desdichada mata de coca en la vida cotidiana villavicense. Esta silenciosa y espontánea dinámica, a mi parecer, viene a ser como una dignificación a dicha especie botánica que desde tiempos inmemoriales y hasta hoy es sagrada para muchos pueblos aborígenes de la América andina.

Sin que suene a apología, cuento que yo tengo germinando unas semillas de la Erythoroxylum coca en el jardín de mi casa.

Adenda: Mi reconocimiento para las personas naturales y jurídicas que han continuado realizando periódicamente los Mercados Campesinos en la gran plaza del edificio de la Cámara de Comercio de Villavicencio, aunque todo lo venden, recomiendo más difusión. Vale recordar, que la herencia de los Mercados Campesinos la dejaron los calvariunos con motivo del centenario de su pueblo cumplido y celebrado en anterior año.

2 comentarios:

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  2. Jajajaaja...Oscar, yo también tengo mis maticas en sendas materas, ya están grandecitas y solo que no he podido deshojarlas pues hasta donde tengo conocimiento esto tiene su ciencia y no es simple raspachinería. La verdad que la mata de coca era parte de los solares de nuestros abuelos y como usted dice también de antejardines de edificios públicos pues para esa época no estaba satanizada. Ej. El club de caza y pesca Los Llaneros en la Azotea, la sede del antiguo Himat en la Vereda Barcelona en donde aún deben existir algunas maticas, que hasta bonitas son. Si sabe de algún procedimiento específico para deshojarlas, me avisa. Es con fines medicinales solamente. Un saludo

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