lunes, 20 de junio de 2011

De simples piedras de rio a obras de arte

De simples piedras de río a obras de arte

Por: Oscar Alfonso Pabón Monroy/Comunicador Social comunitario



En Lejanías durante el semestre que culmina se ha cumplido el proyecto de formación artística titulado "LEJANÍAS AMA SUS PIEDRAS”, bajo la dirección de César Vega conocido artista natal de esa municipalidad.



El curso lo iniciaron 52 mujeres y solo un muchacho estudiante de bachillerato.Con el avance de la capacitación hubo deserciones, quedando solo 26 personas.



En su mayoría son artesanas y madres de familia, quienes han arraigado su sentido de pertenencia por esta manualidad que les permite aprovechar su tiempo libre.



La capicitación que el maestro Vega les dicta, es posible gracias al apoyo del ingeniero Henry Beltrán D., alcalde de esa municipalidad metense.



Se espera que luego ellas capaciten a otros interesados en la técnica, cumpliéndose el enfoque del proyecto de formación de formadores.



El maestro César Vega, quien es el autor de la escultura en homenaje al Colono localizada a la entrada del municipio de Granada, espera respuesta de las convocatorias de Estímulos del Ministerio de Cultura, en la que participó solicitando unas pasantías de apoyo para un segundo taller que se denominaría "De los punta pies a la pintura".



Al final del proceso de capacitación se hará una exposición de todas las piezas elaboradas en piedras pintadas, en un espacio abierto del casco urbano para que la comunidad lejaniense las aprecie.

jueves, 16 de junio de 2011

Breve mirada retrovisora al génesisde la cultura llanera

Breve mirada retrovisora al génesis de la cultura llanera
Por: Oscar Alfonso Pabón Monroy (*)

“Para crecer en el flamenco hay que beber de lo antiguo, y el que no lo haga así es como una casa sin cimiento” Tomasito, guitarrista flamenco

A la cultura llanera se le deben buscar sus raíces más allá de las dilatadas planicies conocidas como Llanos Orientales de Colombia. Mediante apuntes muy generales, quiero aproximar este ensayo al pasado cultural llanero.

Oteando el pasado:
Las oteadoras miradas investigadoras hay que dirigirlas más allá del Océano Atlántico, concretamente a la península Ibérica y a la región árabe. Con base en lo anterior, primero hay que recordar que por ocho siglos, sí 800 años, España estuvo invadida por los moros o árabes. En tan prolongado período es obvio que los invasores aportaron elementos de su cultura, enriqueciendo la local.

Por los mismos años en que Colón zarpaba para las Indias Occidentales, los últimos reductos moros o árabes eran expulsados de España, y fue Granada la última ciudad en ser reconquistada por la reina Isabel La Católica.

La Conquista de las Indias Occidentales:
Con la llegada de Colón, sus compañeros de viaje y las posteriores huestes conquistadoras, la América India comenzó a soportar la carga cultural traída por aquellos individuos natales del Viejo Continente.

Quizá los dos primeros aportes culturales llegados fueron el idioma y la religión. Y en el advenedizo idioma venían mezcladas más o menos cuatro mil palabras árabes que hoy seguimos manejando, entre otras están: alcohol, almohada, alcanfor y alpargate.

Y llegaron los jesuitas a los Llanos:
La presencia firme de la comunidad de los hijos de Loyola se dio a partir de 1661, cuando llegaron al territorio de Casanare para fundar la Hacienda Caribabare, luego, en 1740 armaron la de Apiay, hoy jurisdicción de Villavicencio.

Estos sacerdotes españoles además de su misión catequizadora, a las indómitas sabanas de la Nueva Granada introdujeron la economía ganadera, a partir de las especies bovina y equina.

A ellos se les debe la enseñanza de las labores ganaderas y el aprovechamiento de los subproductos, que dieron tanto a indígenas como a otros servidores de su extensa propiedad, desde la cual –con permiso oficial- despacharon reses para el mercado de Santa Fe.

Si se resalta la formación impartida por los religiosos en asuntos pastoriles, es de destacar también la innata capacidad de los nativos de por allí para aprender y apoderarse de manera rápida de ese conocimiento que le dio identidad a su raza.

El folclor musical:
Con el fin de cumplir la labor evangelizadora en su hacienda, los misioneros enseñaron a sus conquistados feligreses cantos religiosos y la ejecución de instrumentos traídos de Europa, entre otros el arpa y la guitarra, éste último cordófono en metamorfosis se hizo respectivamente bandola y cuatro.

De igual manera, con el trascurrir del tiempo las letras de los cánticos de alabanza se adaptaron literariamente al contexto local. Así, con métricas y romances importados nació el primigenio cancionero campesino. De igual manera, los tañíos y otros tonos de los cantos llaneros recios, tienen sus ancestros en el cante jondo flamenco.

A su vez, el baile de joropo tiene como hercúleos soportes el elegante vals y el zapateo flamenco. De ahí que no puede haber ejecución del baile del joropo sin el “valsiado” y el zapateo con repiques que copian el sonido del brioso tropel ganadero en sabanas abiertas y corrales.

Caso particular es que en la adaptación que el zapateo flamenco tuvo en la región llanera, solo el hombre lo ejecuta. En su reemplazo se originó el escobillado para la mujer.

Conclusión:
Visto lo anterior, encontramos la honda significación que en la cultura llanera tiene la presencia, en tiempos de la Colonia, de los misioneros jesuitas quienes como antes se contó, hacia 1661 introdujeron la economía ganadera a los Llanos colombianos.

Ellos, junto a su formación religiosa trajeron su europea carga cultural que compartieron en estas lejanas tierras. Dichos elementos de su nativo patrimonio inmaterial fueron tomados y adaptados por los habitantes de sus haciendas ganaderas, propiedades en las que se encontraron y cruzaron indígenas, colonos andinos y esclavos negros, simbiosis sanguínea que dio origen a la raza llanera.

La comunidad religiosa de los jesuitas debido a motivaciones de orden económicas, en 1767 por orden del Rey fue expulsada de los dominios del imperio español.

Quiere ello decir, que en solo 106 años de permanencia en suelo llanero, dejó imborrable marca en la vida socio cultural de los Llanos Orientales de Colombia.

(*) Comunicador Social comunitario / investigador de la cultura y la historia regional

Breve historia de vida de un pedagogo ambiental

BREVE HISTORIA DE VIDA DE UN PEDAGOGO AMBIENTAL

No es exagerado decir que Nelson Vivas Mora es el más destacado vigía ecológico del departamento del Meta y quizá de la región Orinoquense.

Como licenciado de Ciencias Sociales ha sabido enlazar su labor pedagógica con la responsabilidad de ser, como todos los habitantes del planeta Tierra, una parte importante de su complejidad ambiental.

La memoria histórica local no debe olvidar que varias cohortes de bachilleres de algunas instituciones educativas villavicenses han sido sus discípulos y que con él participaron en campañas de reforestación de varias cuencas hidrográficas que bañan el territorio municipal, en la actualidad presta sus servicios docentes al Instituto Técnico Industrial.

En los primeros tiempos de realizar con sus estudiantes ese ejercicio de campo resultaba altamente riesgoso, debido a la falta de conciencia comunitaria de rescate y preservación de los cuerpos de agua. Junto a los estudiantes llegan los padres de familia y el efecto pedagógico ambiental es mayor.

Otras realizaciones de alto impacto social en que ha participado son la fundación del Cabildo Verde de Villavicencio, organización de las hasta ahora cinco marchas departamentales para defender y proteger los páramos de Chingaza, nacimiento del río Guatiquía y Sumapaz matriz del río Ariari, programa “el agua se agota, salvemos nuestros bosques, sembremos 100.000 árboles y la organización de cuatro cumbres ambientales del departamento.

Su liderazgo ambiental lo ha llevado a ocupar destacados cargos, entre otros están Gerente Ambiental del Meta, Secretario de Medio Ambiente de Villavicencio, Consejero de Corporinoquia y Coordinador del Comité Social en la construcción del Plan de Ordenamiento Territorial, Norte, de la capital del Meta. En la actualidad integra el Comité Intergremial del departamento. Su desempeño nunca ha sido cuestionado.

La presencia de Nelson en los hogares villavicenses es diaria con sus madrugadores comentarios radiales, desde esas tribunas con valor civil denuncia los frecuentes atropellos contra los ecosistemas de la región, hay que decir que en alguna manera gracias a él la información ambiental se hizo noticia cotidiana entre la comunidad.

Este apreciado y respetado vigía ecológico cursó estudios primarios en la concentración Marco Fidel Suárez y de allí pasó al Instituto Francisco José de Caldas en donde obtuvo su título de Bachiller, en esta época de los inolvidables años setenta que marcaron como nunca a la juventud, comenzó a forjar su trabajo de solidaridad y defensa de las causas sociales.

Luego el claustro de la Universidad Pedagógica Nacional de Bogotá lo formó y le confirió el título de Licenciado en Ciencias Sociales. En los tiempos más recientes se especializó en Gestión Ambiental en la Unillanos.

Además de las causas ambientalistas Nelson Vivas Mora, desde su paterna casa del barrio El Retiro de Villavicencio es fiel hincha del Deportivo Cali y disfruta la Salsa, género musical que lo relaja.

Oscar Alfonso Pabón Monroy/ Comunicador Social comunitario

Día santo y ambiental

Día santo y ambiental
Por: Oscar Alfonso Pabón Monroy/Comunicador Social comunitario

Inicio este escrito cuando avanza la noche de un día lleno de doble significación para una buena parte de la humanidad. Se trata del viernes Santo que a la vez coincide con el Día de la Tierra.
Digo para buena parte de la humanidad, porque no todos los habitantes del mundo son cristianos, ni todos tienen conciencia de conservación del planeta.

Justo a esta hora y desde días anteriores, un amplio territorio de Colombia está sumido en la calamidad a consecuencia de las inclementes lluvias que generan desbordamientos de ríos, quebradas y riachuelos, cuyas corrientes imparables inundan y derrumban sectores rurales y urbanos.
La televisión nos muestra las imágenes del drama que padecen millares de compatriotas. El mapa de la catástrofe es dramático.

Esta alarmante situación hizo que hoy el presidente Santos dijera “que Dios nos ayude a sobrellevar este invierno”. A su vez, en la 41 conmemoración el Día de la Tierra el presidente de EE.UU., Barack Obama expresó “ningún país puede escapar al cambio climático”, y lo dice quien gobierna el país imperio que a pesar de las adversidades padecidas para nada se compromete con cumplir los pactos ambientales del mundo.

En diversos puntos del planeta la madre naturaleza insistente está dando fuertes campanadas para que frenen las afrentas que el hombre le asesta, pero nada que reaccionamos y por el contrario la fauna, la flora y demás componentes del patrimonio ambiental van en extinción.

Al respecto, sentimientos encontrados me genera escuchar a algunas personas, no solo de por acá sino de otras partes del mundo, que cuando ven que se atenta contra animales y otras especies naturales, gritan preguntando:¿dónde están los ambientalistas que no intervienen?.

Por sentido común todos somos ambientalistas, de ahí que nos corresponde ser permanentes vigías ecológicos. No me explico por qué a mucha gente le resulta difícil entender que los humanos también somos parte del planeta, y que la responsabilidad de su preservación no es únicamente de quienes con entrega lideran acciones ecológicas.

Bueno es comentar que el hombre “civilizado” es el principal agente depredador del planeta. Mientras que los indígenas, a quienes por lo general se les mira por debajo del hombro, si saben conservarlo.

Muy claro es que los “civilizados” de manera caprichosa adaptan el medio natural para vivir, en cambio los tildados de “no civilizados” se acomodan al medio en que viven. Enseñanza sabia nos dan los aborígenes.

Tanto la Semana Santa como las fechas del año dedicadas a la toma de conciencia por el medio ambiente, invitan a reflexionar sobre nuestras responsabilidades cristiana y ecológica. El cambio debe operar en cada uno de nosotros.

Pasemos ya de nuestro accionar pasivo al activo, comprometámonos con nosotros mismos y con nuestro entorno.

Osalpamo09.blogspot.com

La suerte de Japón y algunas realidades del Meta

La suerte de Japón y algunas realidades del Meta
Por: Oscar Alfonso Pabón Monroy /Comunicador Social comunitario

La reciente tragedia japonesa causada por el terremoto y el tsunami, me llevan a pensar en la eventualidad de que, Dios no lo quiera, por nuestro país y departamento vaya a ocurrir un movimiento telúrico de alta intensidad.

Seguramente, como Japón no hay país del planeta que se haya preparado mejor para afrontar estos fenómenos, más sin embargo como lo hemos visto por televisión, la fuerza de la naturaleza fue superior.

Llamó mi atención cuando dijeron que en la ciudad costera más afectada durante veinte años construyeron un muro de 10 metros de alto, con el fin de contener algún embate del mar, pero el día de tsunami dicha barrera fue superada por la furia de las olas, arrojando por sobre ella barcos de todos los tamaños, como si fueran de juguete.

De inmediato me puse a pensar en nuestro compartido páramo de Chingaza y más concretamente en la monumental represa de Chuza, cuya presa de Golillas (léase muro de contención de los millones de metros cúbicos de agua depositada) mira hacia el Meta.

En este periódico ya se ha dicho del enorme riesgo que corre toda la región del cañón y demás territorio del río Guatiquía, en caso de que por alguna acción humana o de la naturaleza la enorme y aparentemente infranqueable pared de acero y concreto llegue a colapsar.

La EEAA de Bogotá, responsable de la obra de ingeniería en referencia, no ha dispuesto un sistema de alarma temprana a lo largo del recorrido del río insignia de Villavicencio.

Del mismo modo, en Villavicencio ni las autoridades, ni los organismos de prevención y de socorro ni mucho menos la ciudadanía, han presionado para que se instale dicho circuito y para hacer periódicas simulaciones de evacuación.
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En las antevísperas de la celebración del Día Mundial del Agua pude observar el enorme deterioro de dos fuentes hidrográficas en opuestos lugares metenses. La primera mirada fue sobre el río Metica desde su puente en Puerto López.

Me impresionó sobre manera ver lo reducido de su caudal, a pesar de que ya ha habido lluvias. Resultó tan alarmante el espectáculo que llegué a comentarle a Alberto Baquero N. Presidente de la Academia de Historia y compañero de viaje, que sin exagerar en ese sitio ya casi es posible cruzar nuestro emblemático río con solo poner una tabla sobre las orillas de sus aguas.

A dicho afluente del Orinoco el maestro Eduardo Carranza F., el poeta de Apiay, le dedicó un verso que reza: “es la línea de la suerte de mi Patria, esa línea es azul y se llama río Meta”.
La otra observación fue en Lejanías, a la salida del casco urbano por la carretera que lo comunica con la jurisdicción de Mesetas pasamos sobre el puente del caño Urichare, lamentablemente por allí no vimos agua, solo la seca playa de arena y piedra. Habitantes del sector contaron que antes no faltaba el cuerpo de agua.

Es conveniente resaltar, que pocos kilómetros arriba del puente en referencia, en la vereda Naranjal, se ubica la bocatoma del acueducto del poblado, que capta el caudal mínimo. La demás corriente al bajar forma allí una bella cascada, que se convierte en atractivo sitio eco turístico.

Osalpamo09.blogspot.com

Villavicencio, acercamiento a sus raíces artísticas y culturales

Villavicencio
Acercamiento a sus raíces artísticas y culturales

Por: Oscar Alfonso Pabón Monroy /Comunicador Social comunitario

Algunas generalidades del poblado:

De conocimiento general es la historia del proceso de formación sociológica de Gramalote, nombre original de Villavicencio, cuyos primeros habitantes tuvieron sus cunas en pueblos del Oriente de Cundinamarca.

Así mismo, de la presencia periódica de gentes llegadas de regiones llaneras por causas del mercado ganadero que tuvo a la hoy capital del departamento del Meta como principal plaza comercial.

Bueno es recordar que esta economía se afianzó en la jurisdicción desde 1740, con la fundación de la Hacienda de Apiay por cuenta de los sacerdotes jesuitas.

Hasta ahora la más antigua imagen panorámica conocida que deja apreciar la composición urbanística del Villavicencio de las décadas finales de 1800, corresponde a un grabado de Riou, súbito francés que jamás estuvo por acá pero que supo captar las descripciones que del poblado le hizo su paisano amigo Edwar André.

El señor André fue un sabio expedicionario naturalista que en misión de su país y aconsejado por Santiago Pérez Manosalba, presidente de Colombia en el período 1874- 1876, vino a recoger especies de flora y fauna a comienzos del último año de mandato de Pérez.

Viejos apuntes sobre el pueblerino sentir musical:

Con base en las anotaciones dejadas por algunos acuciosos visitantes, como André, que por la jurisdicción estuvieron en la segunda mitad del siglo XIX, se puede afirmar que
en el pequeño villorrio quizá la manifestación artística que primero afloró entre sus habitantes fue la musical.

Los siguientes son algunos de los apuntes consignados por viajeros, que dejan entender en aquellos años la presencia del folclor llanero en el caserío y su vecindario:

“Se principió por el galerón el más popular de los bailes llaneros, tocado, al son de tiple, bandolas i maracas, y cantado con versos compuestos por vates populares de estas inmensas llanuras” (1)

“El instrumento empleado para hacer el cantábil tiene forma de una guitarra pequeña y se llama bandolón, y la vihuela le sirve de acompañamiento. Uno de los cantadores modulaba la estrofa, bien del guarapo, bien del galerón, y el coro repetía la tonada acelerada el ritmo del acompañamiento” (2).
La sensibilización en torno a músicas religiosas y universales se dio en la localidad gracias a la presencia sacerdotal y de empíricos intérpretes locales de instrumentos de cuerdas, ello es posible deducirlo en el siguiente texto que describe la celebración de la Noche Buena del año 1883 en el templo, convertido en recinto cultural:

“…Las mujeres acurrucadas en el suelo de tierra. Un armonio, en el que no era inconveniente interpretar hasta música bailable, elevaba con sus sones el ambiente de la fiesta. Hasta algunos tocadores de guitarra y tiple, muy buenos en su arte, hacían sonar en la iglesia tonadas populares para exaltación y gloria de la Noche Santa.
Era en su conjunto una bella fiesta popular, llena de naturalidad y de cordial alegría, en la que todos participaban (3)”.

En los años 1900:

Con la llegada de la misión montfortiana (en 1904) y en especial de algunos de sus sacerdotes europeos, la vida artística y cultural de Villavicencio tomó encausados rumbos, esta presencia generó algo así como una época de oro en la comarca.

Así, la primera agrupación musical de enseñanza no formal fue la banda Santa Cecilia. De esta agrupación villavicense dijo Monseñor Bruls:

“La fundó el padre Capdeville, con los empleados de la casa cural. Después la amplió el padre Mauricio; no porque él tuviera dotes musicales, pues no tenía ni voz ni oído, sino porque se daba cuenta de que la Banda servía para el desarrollo cultural de los muchachos y de la ciudad (4).”

Este testimonio deja saber la visión y la energía que el gestor cultural de sotana y acento francés vino a imprimir en estos lares. El misionero se llamó Mauricio Diéres Monplaisir, quien con su liderazgo trajo avance social a los parroquianos villavicenses.

De su cosecha están también las siguientes dos obras: periódico Eco de Oriente fundado en 1913, al comienzo un tanto artesanal en su duplicación. No fue el pionero pero si el primero en haberse producido totalmente en la localidad, antes hubo otros pero los imprimían en Bogotá.

El positivo impacto del proyecto comunicativo Eco de Oriente obligó pronto la llegada al pueblo de la primera máquina imprenta, 1916, mucho antes de que hubiera carretera con Bogotá. Sus ediciones trascendieron por años a través de tres etapas periodísticas.

La llegada a Villavicencio del novedoso invento del cine, aproximadamente en 1913, ocurrió relativamente muy pronto desde el momento en que los hermanos Lumiere lo estrenaron en París en diciembre de 1895.

De alguna manera el padre Mauricio logró traer de Europa un proyector y los parroquianos, acomodados en un teatro al que bautizó Verdún, vieron en un telón imágenes en movimiento. Eran películas mudas y en blanco y negro.
Gracias al sacerdote francés, la vida cultural villavicense en las tres primeras décadas del siglo XX transcurrió entre retretas de la banda Santa Cecilia, lecturas del Eco de Oriente y funciones cinematográficas en el teatro Verdún.

Los años cuarenta y cincuenta:

Con motivo del centenario de la capital intendencial, en diciembre de 1942 ocurrieron actos cívicos, políticos y culturales. Bajo el samán del parque de Los Libertadores se eligió a Magola Burgos como reina de dicho aniversario y en su honor esa noche el poeta de Apiay Eduardo Carranza Fernández ofreció un poema. Quizá es de las pocas veces que el bardo villavicense leyó obra suya en su Patria Chica.

Por su parte, la actividad musical continuó con la Banda Santa Cecilia y el surgimiento de músicos empíricos que cumplieron la labor de amenizadores de fiestas y serenateros.

En esta década fue famosa, quizá por ser única, la agrupación conformada por José Antonio Riveros Pardo, Mesías Bobadilla, Lisímaco Reina, Germán Gutiérrez, le “manco” Machado, Marco Tulio Torres, Rubén Baquero, ciego, y Varonio Rojas (5).

Ellos interpretaron valses, bambucos y joropos con guitarra, tiple, requinto, trompeta y clarinete. Los dos últimos citados eran compositor y constructor de requintos. De su trabajo musical dio fe la norteamericana Nancy Bell Bates en un libro que escribió en su país. (6)

La construcción del moderno y técnico teatro Cóndor privilegió a los villavicenses, pues además de la proyección de cine, de manera principal mejicano, por su escenario desfilaron artistas de talla nacional e internacional. Frecuentes fueron recitales literarios, conciertos y otros espectáculos artísticos.

Durante el trascurso de la segunda parte de los cincuenta emergió un grupo conformado por los hermanos Rey Roa, que ejecutó música llanera. Con el correr del tiempo sobresalieron Luis Ariel cantante y arpista, y Gil Arialdo en la composición (7).

Sin precisar el año, en el final de la mitad del siglo ya el pueblo contaba con una biblioteca municipal Antonio Villavicencio.

Aquellos años sesenta:

El primer año de aquella década vio en el colectivo villavicense su sentir orgulloso y arraigo a la tierra metense. Esta emotividad la provocó la elevación, a partir del 1 de julio, del Meta a la categoría de departamento y de Villavicencio a capital departamental.

La nueva vida política administrativa trajo consigo nuevas dinámicas culturales. Así, en 1962 la Asamblea aprobó la creación de la Academia de Música que tuvo como director al Maestro Miguel Ángel Martín.
Ese centro cultural pronto aglutinó “estudiantes, empleados y obreros, asistiendo a las clases de solfeo y a la vez aprendiendo a tocar piano, violín, tiple, bandola, guitarra y requinto” (8).

Grato resultó para Monseñor Gregorio Garavito la apertura de esta academia artística, pues desde años atrás él venía formando voces corales en varias cohortes. Para entonces el maestro Pedro Ladino había alcanzado la dirección de la Banda departamental, en la que cumplió su proceso de formación.

En adelante Villavicencio comenzó a florecer en su vida artística y cultural. Por acción oficial y de la sociedad civil, surgieron entre otros los siguientes proyectos de alto impacto local y nacional, sobre los que indudablemente se afianzó la dinámica que hoy se vive en la capital metense:

Academia folclórica departamental
Festival Nacional de la Canción Colombiana
Torneo Internacional del Joropo
Casa de la Cultura Jorge Eliécer Gaitán
Asociación de Artistas Llaneros, ASALL, reunió a los gestores de artes plásticas



Citas:
1 Correría de Bogotá al Territorio de San Martín. Imprenta Gaitán, Bogotá 1875, p. 17
2 André Eduar: Geografía pintoresca de Colombia, Litografía Arco, 1980, p. 591
3- Rothlisberger, Ernest: El Dorado: capítulo 8: Los Llanos, Banco de la República, Bogotá, 1963, p. 250
4- Bruls Francisco José: Memorias de la Misión Montfortiana en los Llanos Orientales, 1904-1973. Villavicencio, p 51
5-Pabón Monroy Oscar A.: El joropo en Villavicencio: momentos y pioneros. Editorial Juan XXIII, 2009, p. 12, 13.
6- Ibid, p.13
7- Ibid, p.13
8- Godoy L. H.: Monografía de Villavicencio. Talleres Gráficos Labor, Bogotá, 1963, p.45