jueves, 25 de noviembre de 2010

Cincuentones gemelos

Cincuentones gemelos
Por: Oscar Alfonso Pabón Monroy (*)

Luego de que el Meta tomó vida departamental, el 1 de julio de 1960, en los meses siguientes de ese año a dos de sus divisiones territoriales las elevaron la categoría de municipio.
Les correspondió ser gemelas, pues su nacimiento jurídico ocurrió con la Ordenanza número 24 del 28 de noviembre. En recientes días a éstos cincuentones les celebraron sus respectivas Bodas de Oro, aunque las vidas municipales las tomaron en el año siguiente.

Fuentedeoro: Los inicios como asentamiento humano se remontan al año 1941 con el nombre de San Antonio del Ariari, teniendo al sanmartinero Faustino Enciso como uno de sus fundadores.
En la violencia política de la década del cincuenta el caserío de madera y palma fue quemado, salvándose solo dos casas. Luego se reconstruyó y tomó el nombre de Fuentedeoro.
Esa jurisdicción basa su orgullo agrícola a partir del cultivo del plátano, y por ser territorio arqueológico con el museo Guayupe de Puerto Santander.

San Luis de Cubarral: Quizá sus primigenios habitantes fueron Guayupes. Hacia 1920 ese territorio resultó atractivo para la cacería, llamando la atención de algunas familias que llegaron y se establecieron.
La fundación del pueblo actual se le reconoce a Sinaí Bobadilla, quien donó 10 hectáreas de su finca para organizarlo. La abundancia de la palma de Cubarro sirvió para bautizar el caserío.
Fue inaugurado como municipio el 1 de enero de 1961. Su economía se soporta en los renglones agrícola y pecuario. Tiene amplia jurisdicción en el páramo de Sumapaz, razón por la cual orgullosamente lleva el título de “Municipio hídrico de Colombia”.

Nota: hoy la Sociedad de Mejoras Públicas de Villavicencio invita a la tertulia sobre las mayores fortalezas y debilidades de Villavicencio. A las 6:30pm en el primer piso del edificio Romarco.

Osalpamo09@hotmail.com

jueves, 18 de noviembre de 2010

Fiebres de oro

Fiebres de oro
Por: Oscar Alfonso Pabón Monroy (*)

La anterior semana este periódico informó sobre el operativo que la Cormacarena en asocio con la DIJIN y el Ejército Nacional llevaron a cabo en un río del municipio de Cubarral, donde se practicaba extracción de oro a costa del daño ecológico y sin permiso oficial.

Hay que decir que ese afluente es tributario del Ariari, cuyo nacimiento está en el páramo de Sumapaz. Por la ilícita actividad minera fueron detenidas once personas.

Esta noticia me hizo recordar que según los cronistas de Indias hacia 1536 en la Conquista, sin éxito alguno las hordas europeas por allí buscaron El Dorado y que los alfareros Guayupes con pepas de oro hicieron trueque con los Muiscas.

A su vez el investigador José Avellaneda dice que el español encomendero de Choachí, contra disposiciones de la Corona, logró que las autoridades del Nuevo Reino de Granada le dieran permiso para poblar el sitio de Nuestra Señora, en el Alto Ariari.

A inicios de 1554 organizó su viaje acompañado de un indígena guía y veinticinco soldados. En el sector de su destino inspeccionaron aguas arriba el río Ariari, hallando oro de aluvión de 20 quilates y en granos de buen tamaño.

Dicho hallazgo generó bonanza que a la postre convirtió a otro español, Francisco de Aguilar, en gran potentado. Fue tanta su riqueza que en 1569 le sirvió para financiar la expedición de Santafé a nuestra región, comandada por el ya anciano Gonzalo Jiménez de Quezada, empresa nada exitosa.

Cuando el periodo de la Colonia inició, la actividad extractiva del codiciado metal había decaído en la región. Visto lo anterior, fácil resulta deducir que en un afluente de la cuenca alta del Ariari históricamente se han vivido fiebres del oro, explotaciones hechas de manera ilegal.

Comunicador Social comunitario

jueves, 11 de noviembre de 2010

Escasa investigación social

Escasa investigación social
Por: Oscar Alfonso Pabón Monroy

Cuando en mis clases de historia y cultura regional llego al tema del poblamiento prehispánico y de posteriores períodos en la Orinoquia colombiana, les digo a mis estudiantes que la bibliografía sobre ese asunto es mínima.

También les cuento que mejor suerte ha tenido y tiene el campo agropecuario, puesto que con frecuencia instituciones gubernamentales y privadas auspician investigaciones científicas, de manera principal sobre ganado vacuno y equino, peces y algunas especies vegetales.

No me explico la razón por la cual el sector social está tan desamparado de estudios antropológicos y sociológicos, cuando la gente ha sido y es la mayor riqueza del territorio orinoquense.

El enorme vacío de información social metense lo ejemplifico con dos casos antagónicos en tiempos. Hace veinte años ocurrieron los hallazgos arqueológicos de Puerto Santander, Fuentedeoro.

En 1992 la Cámara de Comercio de Villavicencio costeó las pruebas de laboratorio para establecer la época de aquellos vestigios Guayupes, pero las muestras remitidas no lo permitieron. Hoy seguimos sin saber el año posible de esa presencia aborigen.

El más reciente caso ocurrió con la convocatoria del Instituto departamental de Cultura, categoría beca para investigación cultural, bajo el tema Consumo cultural de los jóvenes de Villavicencio.

Demasiado escasa fue la participación de proyectos no obstante el atractivo premio en metálico. Aquí uno se pregunta: ¿qué está pasando con las universidades que tienen programas de Ciencias Humanas y con otras instituciones que trabajan el segmento juvenil?

¿Acaso no investigan o publican, no se interesan por los concursos o la divulgación del evento no fue amplia? Lo cierto es que el Meta está sub investigado en ese campo y sus dinámicas sociales ameritan estudios especializados.

Como vamos seguiremos sabiendo más de vacas y de plantas que de quienes las cuidan.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Apología a la bicicleta

Apología a la bicicleta
Por: Oscar Alfonso Pabón Monroy (*)

Cuando Villavicencio era pueblo chico existió una actividad comercial que le dejaba réditos a quienes la ejercían. Eran los alquileres de bicicletas, que por lo general a diario tenían clientes.

Recuerdo los varios negocios ubicados al frente de Leonidas Lara, hoy almacén YEP. Allí prestaban el servicio de alquilar caballitos de acero por hora, el valor si ya no lo preciso.

Aquellas bicicleterías cumplieron un papel importante al coadyuvar a fomentar el buen uso del tiempo libre de la muchachada. El costo más barato se pagaba por las ciclas tipo turismeras, a las que llamábamos “burras”, luego de muchas caídas calle abajo aprendimos a coger equilibrio en estos vehículos. Usar las de cambios tenía mayor costo.

Las añoranzas anteriores volvieron a mí durante el foro “La bicicleta, los peatones y el transporte público”, organizado la anterior semana por el diputado José Luis Silva V., con el apoyo de algunas entidades oficiales y privadas, incluidas dos universidades bogotanas.

Los especialistas, uno natal de Villavicencio, significaron y resaltaron el uso de la bicicleta como alternativa para aliviar a los centros poblados de los caóticos problemas de movilidad. Lo hicieron con estudios y ejemplos de ciudades de Europa, América y Asía en donde han prestado sus servicios profesionales.

De lo anterior puedo decir que frente a los padecimientos de los villavicenses por la sobrecarga automotor urbana, es perentorio el diseño de planes para acoger a la bicicleta como alternativa de solución.

Por los índices de inseguridad actuales algunos ven con pesimismo la implementación de ese saludable sistema de trasporte, pero igual debilidad ya la han sorteado en otras latitudes.

Claro que ese riesgo es de vieja data, solo basta con decir que en 1948 el director italiano Vittorio de Sica rodó la película “El ladrón de bicicletas”, clásico del cine mundial cuyo título lo dice todo.